miércoles, 5 de mayo de 2010

Those to come

Casi me llevo el dedo entero, al cortarme la uña del índice de mi mano derecha. Estoy torpe, es un mal día, toca decidir los aumentos de sueldo de la gente de mi departamento y primero los entregas, luego te exigen que los rebajes, lo haces y te piden una última rebaja.
-Vas a tener que prescindir de otra persona.
-He prescindido de bastantes.
-Es lo que pasa cuando tienes un batallón -me ha dicho-. Siempre hay bajas en la batalla.
Tu-puta-madre, he pensado. "Yo no lo haré", he pronunciado. No es mala correlación. El caso es que me han llegado a insinuar que si no le subo el sueldo a los míos su porcentaje me lo quedaba yo, pero claro, que maniobrando de modo opuesto el resultado es idénticamente contrario, yo me quedo sin margen. Me lo suelo pasar bien en el trabajo, pero el verbo soler no implica una completa constancia, y en estos tiempos se justifica su uso. En el mundo hay gente que mola, gente que no, y gente que los despide indistintamente. Con lo bien que iba este año, y no me apetece ni hablar del ensayo que me he saltado hoy con el GdP, ni de la afonía que arrastro de mi fiesta de cumpleaños (alcé mi copa demasiadas veces) ni de pollas, esto no es más que una mierda de situación y no sé si podría haberse evitado hace tiempo, sin embargo sé que ya estoy en la rueda y bajarse en marcha significa quedar como un andrajo bajo ella. No quiero despedir a nadie más, me tiemblan las piernas, dejo a una persona jodida, me quedo chafado, siempre consciente de que el grado de jodienda que yo he provocado es mucho mayor. Para más INRI debemos competir entre los adláteres para conseguir el mayor aumento posible, y aquél que tenga mi mismo cargo que sí pase por el aro se llevará mi parte del pastel, que bien necesito.

Todo esto no consigue más que provocar que se me lleven los demonios, que escupa improperios y que tenga un carácter asquerosamente irascible, pero qué le voy a hacer, si además a cada taco que suelto es como si dejará un lastre.


En fin, esto no es más que una pataleta puntual, el año no me está decepcionando, lo vaticinaba como uno de los peores, si cabe, y para nada; sabíamos que esto iba a llegar, como otras cosas que tampoco han resultado ser muy agradables, ya tengo ganas de ver lo que está al caer. Al menos he tenido la decencia de escuchar el Chutes to Narrow de The Shins, leer por fin Ubik y la Conjura de los Necios, para acabar quedándome boquiabierto, olvidar lo que todavía no ha sucedido, y sencillamente no esperar nada, ni bueno ni malo.

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