lunes, 5 de abril de 2010

Good Lies



Las iniciales del vecino del ático del piso de mis padres responden a J.C., un señor ya en sus avanzados 60 que de tanto en cuanto sale en los periódicos flanqueando a sus clientes, a modo de acusador. Y se lleva un muy buen dinero, el tío cabrón, tanto que yo siempre me he preguntado cómo un hombre de ingresos tales no residía en alguna casa con verja y jardín y piscina y varios pisos y un lujoso etcétera. Me lo pregunto hasta que, cualquier noche, veo como desfila mujer, día sí día también, normalmente extranjera, generalmente reincidente, vestidas para la ocasión. Lo más estridente que he visto ha sido una mujer oriental vestida de Geisha esperando en el portal.

La hija de J.C. estudiaba conmigo en el colegio, me parecía más tonta que hecha por encargo, callada, tímida, de aspecto rubio y bobalicón, con el labio inferior casi arrastrándose por el suelo. Y su padre, el ser más putero que yo me haya podido imaginar.

Ayer volví a presenciar la estampa, él bajaba en el ascensor y yo también debía hacerlo. Desde luego no tenía dudas de qué sucedía, de qué le esperaba, el viejo con chandal y yo con ganas de esconderme, de no presenciar de nuevo como el hombre que aparece en los periódicos como el salvador de las causas perdidas se cepilla a otras no menos desencontradas, aunque de muy buen parecido, con frecuencia anodina. No me extraña que su hija, la buena de Q.C., se haga la anormal a la mínima oportunidad, seguramente ella sí merezca el calificativo que tantas veces me rechinó entre dientes de hija-de-puta, pese a que ella, por aquellos entonces, lo tuviera bastante más claro que yo.

***

Y sí, se terminó la Semana Santa, con un sabor agridulce y con el reloj presto a despertarme a las 6:36 de la mañana. Dada la rareza y la torpeza con la que se han desarrollado algunos acontecimientos, más bien me dan ganas de olvidar y de concentrarme en los días que vendrán y no en los que quedaron atrás, de ir a trabajar, volver a mi hora y disfrutar de una nueva tarde, ahora ya sí, soleada, y de tanto en cuando recordar las buenas mentiras que se suelen decir.

1 comentario:

  1. Me encanta esta canción, es de aquellas que cuando la descubrí la escuché una y otra vez.

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