Las vacaciones quedaron atrás, vivir solo quedó atrás, se podría llegar a afirmar que el sol también quedó atrás, sin aplausos que lo vitoreen al ponerse. Cada mañana a las 6:27 suena la plataforma para ipod / despertador de 60 cm que me agencié a través de la empresa. Suena en casa de mis padres, con los que he vuelto a vivir, no lo olvidemos. Es un antecedente meritorio a tener en cuenta cuando se alcance la conclusión de este texto. Llego a coger el tren de las 7:26 con ciertos apuros.
Houellebecq ha sido el primer autor postvacacional que he leído, Ampliación del campo de batalla, entre viaje y viaje en tren. Qué deprimente, retorcido y brillante a la vez. Es algo bastante común en todo aquello de origen francés que emprendo. No leeré más libros de este hombre, no debe ser nada bueno engancharse a su lectura.
He vuelto a la rutina, de nuevo, si bien he construido algunas nuevas. He diseñado un plan de ahorro. He trazado una línea a seguir hasta el mes de diciembre, considerando los gastos al alza y los ingresos a la baja. Me siento perfectamente estructurado. Y feliz.
Soy feliz porque soy un cretino. Un cretino bastante emo y un tanto empresa.
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Cuando el cretino es feliz deja de ser un cretino.
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