martes, 31 de agosto de 2010

Not Even Jail

La diferencia entre el domingo y hoy es más que notable, ya ayer empezó a quedar muy atrás la resaca. Ya no salimos cada fin de semana hasta altas horas, y el cuerpo se resiente más, la memoria se diluye. La edad, los años, las intenciones, maduran sobre nuestras espaldas. La prisa que me acuciaba y que me exigía crecer a mayor velocidad ahora se ha convertido en un intento continuo de pausa, en un deseo controlado de detener lo irrefrenable. Aquí al lado, sin tener que ir más lejos, tengo a mi disposición la imagen de G.B., persona de mi equipo, totalmente dejada y sin ambición o aspiración de ningún tipo, enseñándonos fotos de las cogorzas que se gastaba cuando era joven en apariencia y de las que aún presume, subiendo fotos a facebook de su última pedicura expuesta en la playa, difícilmente diferenciable entre las lorzas de sus inmensos tobillos y unas piernas repletas de cachibaches. No critico sus piernas, sino su exposición, que me da todo el derecho. A su lado se sienta C.V., que viene dejando en ridículo cualquier intento de G.B. de parecerse a quien dice que fue pero a quien en realidad nunca se acercó ni a mil km de distancia. Cualquier tiempo pasado fue mejor, y si no, te lo inventas. C.V. es lo opuesto, es alguien que llena una estancia con una sonrisa y tres palabras, sin embargo aún no le ha llegado la oportunidad el ascenso. Espero ser yo quien se la dé, siempre y cuando aprenda a sentirse cómoda cuando tenga que dar explicaciones a más de una persona de superior categoría, algo que de momento se ha visto castigado con avisos de ataque de ansiedad. Miedo escénico.

Miedo escénico el mío, que me enfrento en menos de un mes al hecho de subirme a un escenario y tocar el bajo. Porque tocarlo lo tocaré, pero me hace sentir muy incómodo y me retrotrae a la primera vez que me examiné de conducir, al primer comité en el que intervine, a cualquier primer momento. No me gusta llamar la atención, no me gusta nada, por más que este verano me atreviera a combinar cuadros con rayas en el vestir. Luego esta sensación pasará, y a disfrutar.

Miedo escénico, supongo que con un par de güisquis se hará más llevadero. Soy el bajista, el miembro más inadvertido de cualquier grupo que no se llame The Cure o, hasta hace bien poco, Interpol. Hay quien también menciona por ahí a Jethro Tull. Allá vamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario