sábado, 23 de enero de 2010

Desaparecer

Estoy teniendo ataques cursis. Mucho.

Me da vergüenza casi reconocer en la composión de un espejo oceánico de estrellas, dibujando figuras y sacrificándose, lanzándose al vacío. ¿Por qué? No lo sé.

Ayer fue muy divertido, cenamos en un restaurante italiano de la callé Tetuán, la Veccia Napoli, sin duda el lugar más indicado para celebrar el cumpleaños de Casimiro, el 30.

-Tengo 30 años y he sobrevivido a 2 atropellos, un naufragio y un cáncer.

Esas fueron sus palabras, cuando le gritamos el que-hable-que-hable. Es una de las personas más brillantes que conozco, de firmes principios, rápido e ingenioso. No hay noche que no saque el tema del cáncer, siempre riéndose. "¡Qué va!Yo he tenido la suerte de poder decir que he disfrutado de la morfina a saco." .

Fuimos a un karaoke, Casimiro cantó Rafael y su novia, Amanda, Rebecca. Y un Friki al final cantó en Nessun Dorma, ya dije unos pocos días atrás que se estaba poniendo de moda, pero creo que no es la elección más adecuada para un lugar así. La camarera estaba muy buena.

Lo que pasó después me lo reservo, baste decir que recordándolo sonrío, y que supongo que por todo el cúmulo de encuentros y sensaciones vividas hoy he estado tan curso. Pero ya está, en definitiva esta es otra de aquellas cosas que no conviene sacar del cajón muy asiduamente.

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¿Sabes? Hace unos días recibí una llamada que venía a informarme que una persona me había eliminado de sus contactos de Facebook. Yo no me había dado cuenta. No es ni la primera ni la última, pero la respuesta que di y que aún mantengo fue que todo el mundo tiene que hacer aquello que crea conveniente. No me voy a enfadar lo más mínimo, caso que lo entiendo. Lo que me extrañó fue que me llamara al día siguiente, eso no lo entendí, y si algo soy yo es un tío comprensivo.

Un tío comprensivo que en días como hoy sólo tiene ganas de desaparecer y cambiarlo todo, por incongruente que suene.

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